sábado, 20 de enero de 2024

“Hay días que va bien y otros que no…”


Los Queñes, es una pequeña localidad de la comuna de Romeral en la provincia de Curicó. En el último censo realizado en el país viven unos 600 habitantes. Tiene un retén policial; trágicamente conocido en nuestro país; en los años 80, ya que dinamitado por un grupo terrorista muriendo carabineros. 

Actualmente esta localidad precordillerana es visitada por cientos de turistas; que vienen a disfrutar de cristalinas aguas de uno de los ríos que lo atraviesan; de nombre rio Claro. En una de los días que estuve por esta zona acompañando el retiro de unas religiosas que tiene una casa en este lugar, bajé al pequeño poblado a dar una vuelta por sus pequeñas calles. Eran las 21:00 de un miércoles 10 de enero del 2024 y el pequeño poblado estaba prácticamente vacío, los perros ocupaban a sus anchas las calles y uno que otro vecino sentado a las afueras de sus casas. Miraban atentamente mi auto, tratando de descubrir quién era la persona que lo manejaba. Después de unos minutos lo estaciono y me bajo de él; motivado por una pequeña feria artesanal emplazada en una pequeña plaza, que se encontraba rodeada por pequeños negocios que al percatar mi presencia me miraban atentamente frente a qué local me paraba. Me decidí por uno que vendían unas papas fritas, que a esa  hora de la tarde las encontré exquisitas. En un pequeño dialogo con una señora me atendió amablemente y que probablemente sería la única venta de esa noche; me comento que esta noche no andaba nadie, pero que el fin de semana estas calles y el rio se abarrotaban de bañistas y con una sabia frase cerro la conversación. “hay días va bien  y otros que no”; después de unos minutos, me entrego una cajita de papas fritas que las disfrute enormemente, en la soledad de la pequeña plaza de la feria de artesanías. Después de ese deleite culinario me regresé al automóvil y me dispuse a volver a la casa donde estoy hospedado por estos días. Con la frase de la señora que se puede aplicar no solo por un paquete de papa fritas, sino a la vida. “hay días que va bien y otro no”

 

Algo más sobre la Sinodalidad

Hace algunos días atrás, estuve una semana en la localidad de los Queñes, Prov. De Curicó, acompañando a unas religiosas que vivían su retiro anual. No es primera vez que las acompaño; para mi es una oportunidad para desconectarme un poco de mis responsabilidades en Santiago y también para rezar, ya que el retiro me lo predico a mi mismo.  El tema que nos convocó este año fue la Sinodalidad, palabra que, en este tiempo, se escucha mucho en la Iglesia y al interior de nuestra Vida Religiosa. Se nos invita permanentemente a abrazar los desafíos que brotan de esta actitud eclesial; ser hombres y mujeres Sinodales, es decir, que sepan caminar junto a otros y a otras. Frente a estos desafíos al interior de la iglesia hay varias miradas, están los que sueñan con una Iglesia distinta, más participativa. En este grupo encontramos: laicos, consagrados (as), sacerdotes y obispos, esto nos llena de esperanza y alegría. Pero sin embargo existe otro grupo que se niega ha impulsar los cambios que el Papa Francisco pide a la Iglesia, al igual que en el grupo anterior, encontramos cristianos que viven todas las vocaciones anteriormente mencionadas. Frente a estos varías veces me he preguntado ¿Por qué no dan el paso?, hablando y escuchando más de alguna opinión, se piensa que puede dañarse la estructura y la forma como se ha comprendido la Iglesia. ¿Desde que vocación se construye la iglesia?; ¿Del ministerio Ordenado o del Bautismo ?; me uno a los que piensan que es sobre el Bautismo, vocación que todos compartimos. Desde esa comunión vocación ha de brotar la nueva concepción de Iglesia que es exigida y nace de todo este proceso. Una Iglesia entendida como nuevo Pueblo de Dios y no excluya a nadie, donde todos encuentren en ella su casa. 

Hermoso desafío se nos presenta para este tiempo. Hay que reconocer que los cambios de este tipo son lentos; cabe recordar que hay algunos que dicen que aún estamos viviendo el proceso nacido después del Vaticano II (1965); probablemente nuestra generación eclesial no va poder ver, ni experimentar las distintas intuiciones que se empiezan a oír producto de una nueva reflexión sobre la Iglesia y los distintos roles al interior de ella.  

 

¿Cuál es el papel de la Vida Religiosa en todo este proceso? 

 

Esta pregunta la quiero responder a partir de una afirmación que escuche hace algunos años atrás. “Los religiosos y religiosas, viven más cerca de la dimensión sinodal, es parte de su esencia”. Respuesta que en su momento la considere un poco exagerada y que hoy también la sostengo. Quizás, desde afuera de la Vida Religiosa, se puede pensar que la sinodalidad se hace más fácil. Pero en la realidad, enfrentamos los mismos problemas. La renovación sinodal exige una profunda conversión de la forma como pensamos. A mi entender la Vida Religiosa se ha formado en modelos eclesiales que están muy arraigados en culturas y formas de entender el mundo que ya están un poco caducas. Hoy, y producto de todo este camino sindal; distintos especialistas al interior de la teología católica están buscando nuevas respuestas e interpretaciones; viviendo en profundidad los objetivos más fundamentales de la teología católica, como es hacer más comprensible el mensaje de Jesús en la sociedad actual. 

La vida religiosa actual está llamada a vivir intensamente su dimensión profética en primer lugar hacia el interior de la Iglesia y hacia fuera de ella; para lograr este objetivo tiene que dar también pasos de crecimiento en la dimensión Sinodal; resulta escandaloso al comprobar que algunas congregaciones religiosas aún continúan viviendo modelos de animación semejantes a la Edad Media o a la época en que fueron fundadas;  donde la Superiora y el Superior, tiene toda la potestas sobre las personas ; pasando a llevar,  en no pocas veces,  la dignidad del ser humano. Hay que reconocer con toda humildad que frente a esas estructuras la Sinodalidad es imposible. Pero paralelamente, he podido comprobar comunidades que han dado pasos enormes; donde ha vuelto el dialogo y el trabajo compartido y adoptando el Discernimiento comunitario como fundamento de la toma de decisiones y la búsqueda de la Voluntad de Dios. 

La Vida Religiosa no se puede entender fuera de la Iglesia. Vive y sirve en y con la Iglesia. No pueden ser dos maneras de vivir el Seguimiento del Señor Jesús; a menudo escucho y veo actitudes que derivan en tensiones eclesiales; que esconden una búsqueda del Poder; una vida religiosa que cree que Nuestra vocación Religiosa esta al servicio del Pueblo de Dios